Si eres gamer de corazón, entiendes lo frustrante que son los bajones de FPS y las pérdidas de rendimiento. Pero no desesperes, échale un ojo a estos consejos para mejorar la experiencia.
OPTIMIZA LAS CONFIGURACIONES GRÁFICAS DE CADA JUEGO
Prueba cambiar la configuración gráfica de cada juego para determinar cuál te da mejores resultados. Empieza con opciones predeterminadas (calidad baja, media o alta) o modifica manualmente las siguientes características:
Resolución.
Texturas.
Sombras.
Suavizado de bordes.
Reflejo.
Visión lejana.
Detalles del escenario.
LIBERA APLICACIONES Y PROGRAMAS
Cierra programas y procesos innecesarios en segundo plano que te consuman RAM y CPU. Desde el «administrador de tareas/procesos» puedes hacerlo.
ACTUALIZA EL EQUIPO
Las actualizaciones de drivers, juegos y sistema operativo solucionan errores y pueden mejorar el rendimiento general del equipo.
DA MANTENIMIENTO A LOS COMPONENTES
Con el tiempo, las rendijas de ventilación y otros componentes se llenan de polvo, así como la pasta térmica del CPU y GPU se va deteriorando. Limpia el equipo frecuentemente y acude a servicio técnico por lo menos una vez al año para cambiar la pasta y darle más vida a tu equipo.
BUSCA UN PROCESADOR POTENTE
Para correr tus juegos favoritos y aprovechar la potencia de tu tarjeta gráfica integrada necesitas una CPU potente. Lo ideal es que utilices desde un procesador Intel Core i5 o AMD Ryzen 5 en adelante.
INCORPORA MÍNIMO 16GB DE RAM
Si no quieres tener problemas de rendimiento y tener que cortar procesos para poder jugar, necesitarás al menos 16 GB de RAM.